Si tuviste tu infancia/adolescencia en los años 90, seguro conociste estos pequeños aparatos y pasaste momentos de alegría, tristeza, enojo o desesperación. Tamagotchi fue un invento millonario que provocó una oleada gracias a la explotación de las emociones humanas, concretamente el afecto, hacia una máquina. A este apego emocional le llamamos ‘Efecto tamagotchi’.
¿Por qué fueron tan famosos y tan vendidos?
Mucha gente dice «estos aparatos solo hacían del baño, comían y dormían» y es precisamente eso lo que los hizo interesantes. ¡Hacían lo mismo que tú y que yo! Es decir, eran un reflejo de lo que eramos y despertaban un instinto de cuidado que se volvió más que una moda. Podría decirse que eran ‘el juguete que vivía’ y podías (y debías) traerlo contigo en todo momento.
Un buen vendedor conoce y utiliza las emociones humanas para cerrar una venta. El trasladar a tu cliente a un contexto en el cual pueda sentir un apego por un objeto, al grado de incrementar el deseo o necesidad que tiene por el, es aplicar los principios del efecto tamagotchi.
Esto lo saben las grandes marcas como McDonalds que no vende hamburguesas, sino sonrisas, o Coca-Cola que no vende refrescos, sino felicidad, o una inmobiliaria que no vende casas, sino vidas enteras.
Piensa cómo aplicar los principios del efecto Tamagotchi a tus productos o servicios y llevar a tu cliente a un estado de apego emocional y lograrás concretar más ventas.